El escenario de la tecnología blockchain está avanzando a pasos agigantados, pese a los contratiempos o francas barreras legales -y sin duda, políticas- que enfrenta. Diversos países están tomando inesperadamente la delantera, que debería ocupar naturalmente Estados Unidos, pero en este país, las autoridades seguramente advierten el carácter disruptivo de la criptoeconomía.

Al mismo tiempo, la falta de regulaciones exhaustivas, convierte al paisaje de exchanges y aplicaciones de las empresas conocidas como fintechs, que están brotando como la espuma, en un New Wild West cibernético. O, este Nuevo Oeste Salvaje digital, donde todos los días alguien es hackeado y se sabe de pérdidas millonarias en los monederos digitales de miles de personas.

Aunque la tecnología de cadena de bloques pretende crear un estándar de confianza entre los usuarios, para toda clase de intercambios y transferencias, la autocustodia de las billeteras representa un nuevo reto de orden y para la privacidad para millones de pequeños tenedores de criptotokens y criptomonedas.

La criptoeconomía tuvo su origen en el Bitcoin, pero hoy se habla de más de veinte mil criptomonedas diferentes, tanto de la capa 1, la más antigua, como de la capa 2, ecosistemas denominados DeFi, por descentralized finances, adonde cada nuevo tenedor de criptomonedas se vuelve al mismo tiempo partícipe de la autorregulación, autoconservación y autoencriptado de todo el contenido de la red.

Existen sistemas de vigilancia del libro mayor digital (hyperledger) de transacciones, donde todos los días es posible saber que hay grandes movimientos (algunos de cientos de millones de dólares) financieros ocurriendo en la red global, pero sin saber a ciencia cierta quiénes son los participantes en dichos movimientos, quién manda y quién recibe. Al mismo tiempo, aumentan los requisitos y medidas para asegurar la correspondencia entre individuos y direcciones de billeteras, montos transferidos, reparto de utilidades por la tenencia de criptomonedas, es un sistema que causa mareo y seguramente son muy pocos los individuos que, hoy por hoy, tienen una conciencia clarísima de lo que implica la criptomoneda para la civilización como la conocemos.

Han surgido actores que se han interesado en mejorar la interconexión entre ecosistemas de blockchain, creando lo que denominan ya una supercadena, o superchain, que ganará previsiblemente más tracción, cuando países enteros se sumen al movimiento de transferencias digitales, y las grandes corporaciones superen su desconfianza y se posicionen dentro de esa supercadena en pos de los beneficios que representa la presencia de una miríada de activos, valores o, simplemente, tokens especializados o de utilidad, en los que invertir.

Por ahora, se habla de un criptoinvierno, pero también se prevé una carrera alcista que podría comenzar tan pronto como en el primer trimestre de 2024, en función de las perspectivas económicas a nivel global. En el interín, se están desarrollando nuevos dispositivos a los que se denomina teléfonos blockchain, que incorporan los avances de la tecnología de telefonía celular, altos niveles de procesamiento, velocidades de 5G para la interconexión de datos y la web3 para la transferencia, almacenamiento y gestión descentralizada de datos (esto sin duda representa un desafío a la supremacía actual de entidades como Google, Microsoft, Apple, Facebook, Twitter, etc.).

Para estar enterado de lo que ocurre en este nuevo horizonte tecnológico, económico, cultural y social, encontré este podcast que ofrece mucha información día a día. Bankless:Spotify. Me enteré de dicho podcast en www.lensculture.com, un sitio dedigado a descubrir, apoyar con recursos, estimular la creatividad, y profesionalmente a los fotógrafos contemporáneos.