En la entrevista realizada -para Global Education Magazine- con Peter McLaren, el reconocido pedagogo argumenta sobre la forma en que la pedagogía crítica no convencional, puede empoderar a los docentes y alumnos para poner en la mesa de discusión los asuntos que más laceran y limitan las libertades humanas, comenzando por los económicos, pero también culturales, raciales, de género, etc. McLaren se refiere al capitalismo como una ecología de la explotación, una ecología global, a la que se opone la pedagogía crítica desde el campo de la educación. McLaren señala que las visiones convencionales sobre la problemática educativa buscan mejorar gradualmente el proceso educativo mediante reformas, que terminan por dejar intacta la esencia injusta, colonialista, de la educación como parte de las relaciones capitalistas de producción: limitada a formar cuadros de mano de obra capacitada, los buenos ciudadanos mundiales, o bien consumidores especializados para los productos de alta gama en el mercado, y poco más. El expolio de la naturaleza y de la clase trabajadora queda así asegurado.
El capitalismo convirtió aquella frase de «dime con quién andas, y te diré quién eres» en la frase «dime qué consumes -y dónde- y te diré quién eres»
Peter McLaren advierte que es a través de reformas (casi siempre unidimensionales y limitadas) que se pretende fomentar una educación dialógica, profundizar la valoración de la vida pública, la creación de espacios de respeto y aprecio por la diversidad, fomentar el pensamiento crítico, construir currícula que sea culturalmente sensible, así como gestar una esfera pública democrática vibrante; del mismo modo, se pretende llegar al corazón endurecido, acorazado, y a las mentes de una aristocracia financiera crecientemente parasitaria, construir el conocimiento a partir de las experiencias e historias de los estudiantes mismos, y lograr que el conocimiento sea relevante en las vidas de los estudiantes, esta educación tan anhelada busca que los estudiantes sean capaz de teorizar y dar sentido a sus experiencias, para romper y liberarse de los sistemas de mediación que limitan su comprensión del mundo y hasta su capacidad para transformarlo. Todos estos desafíos se suman a la lucha contra el racismo, el sexismo, la homofobia, el voluntarismo y el supremacismo blanco.
Por lo anterior, ya desde la década de los 80s, McLaren se percató de que las empresas y sus grandes presupuestos estaban cooptando a la así llamada pedagogía crítica, esencialmente despojándola de su potencial revolucionario, para que nada cambiara, y solamente se desarrollara a lo sumo un público consumidor especializado y relativamente exigente. Ante ello, McLaren enfocó sus intereses hacia los supuestos del humanismo marxista.
Para él se abrían claramente dos caminos en la disyunción: continuar y profundizar la lógica neoliberal privatizadora, por un lado, y por el otro otro desarrollar el pensamiento marxista en educación, lo que le ha parecido prometedor, sobre todo a partir de las ideas de Paulo Freire.
Todas estas consideraciones apuntan al tema medular de la entrevista, que es la epistemología. Podría preguntarse ¿cómo la epistemología del marxismo puede ayudar a trazar un rumbo que nos conduzca más allá y fuera de la lógica capitalista de la depredación final?
El punto de partida puede ser una consideración detallada de los propios supuestos epistemológicos del capitalismo neoliberal.
McLaren no omite mencionar que al parecer el capitalismo generó dialécticamente brechas para el discurso crítico, al poner en las manos de millones de individuos divisas tecnológicas mediatizadoras -la mayoría de las veces- pero que muchos han sido capaces de usar, para poner de manifiesto las contradicciones internas del capitalismo, y de criticarlas, debilitando su aparente carácter inevitable.
Esto ha venido a dejar en evidencia que el capitalismo es ajeno al humanismo planetario, porque en el fondo promueve el desarrollo -ese sí, prácticamente ilimitado- únicamente de unos pocos, a costa del sufrimiento y el despojo de millones.
Kaniwá 