Mediante drones con autonomía de pocas decenas de kilómetros, las bibliotecas podrían despachar libros por todo el territorio sin hacer copias no autorizadas de las obras en sus depósitos. Los lugares de redistribución podrían ubicarse estratégicamente en el espacio urbano. Con una plataforma de despegue y aterrizaje de drones, en unos pocos metros cuadrados se podrían recibir los libros requeridos por los usuarios, y también los libros que son devueltos a las bibliotecas.

Esta misma idea puede aplicar a la distribución de medicamentos, evitando así que los derecho habientes de salud se desplacen distancias considerables para obtener sus fármacos de prescripción.

Con una flotilla de drones con una autonomía de 20 kilómetros podrían atenderse todos los rincones de la ciudad, estableciendo ocho estaciones de acopio distribuidas estratégicamente en las direcciones de los puntos cardinales y haciendo los recorridos de la última milla en bicicletas. Este servicio de reparto podría sostenerse debido a que el consumo de energía de la flotilla de drones es mínimo, la eficiencia del traslado al ser en líneas rectas es muy alta, la huella de carbono es muy baja.

Otras aplicaciones similares de los drones se pueden encontrar en el control de plagas en cultivos de tipo extensivo. La vigilancia mediante videocámaras y videofotografía.